La torta de zanahoria


La torta de zanahoria que comíamos en la casa de la casa de la Avenida 7 era realmente deliciosa. El contemplar las fotos del suculento manjar que me enviara Ani celebrando la muy certera elaboración de una repleta charola del colorido manjar me hace reflexionar, quizás motivado por el casi insuperable deseo de probar uno de los magníficos cuadritos del riquísimo postre que hizo Ani hoy por la tarde y del que en este momento admiro varias fotos. 


La receta de la torta de zanahoria–que tan distinguido lugar ocupa en nuestra familia–nos vino de mi abuela Tati, según siempre afirmó mi mamá. En nuestra casa, el postre era recibido con absoluta alegría y desbordante entusiasmo por todos. Mi mamá, siempre estricta, no permitía que nadie pudiera ni siquiera robar antes de tiempo ni un pequeñísimo pellizco de alguno de los resplandecientes rectángulos. 


Mis hijos conocieron el legendario y tan querido postre de manos de la incomparable Yolanda. Mucho lo hemos disfrutado aquí en San Antonio, fruto de la agraciada mano que Gladys siempre ha tenido en la cocina, y sé que nuestro muy apreciado platillo sigue ocupando también un muy prominente lugar en el libro de recetas en la casa de todos mis  hermanos. 


Muchos recuerdos guardamos todos de la casa de la Avenida 7 que construyera don Toribio y en la vivieron por tantos años mis papás. Pocos son tan evocadores y placenteros como la torta de zanahoria que vive y perdura y hoy nos deslumbra como tantas veces lo hiciera en Córdoba.


Gracias, Ani, por ser ahora partícipe de tan preciada tradición. Tanto quienes cocinan la torta como los que cuadro a cuadro la saborean, tenemos algo en común: todos quisimos mucho a mi mamá.


Verano 2021