Los Pasos de mi Madre

 

Esos pasos de mi madre, 

escucho aún en el piso:

pasos fuertes, empeñados 

en cuidarme cuando niño.

Esos pasos, madre mía, 

recorriendo aquel pasillo,

presurosos como el viento, 

eran para estar conmigo.

 

Hoy añoro esos, tus pasos, 

en la cocina de casa

de la estufa a la despensa, 

muy temprano en la mañana,

cual centinela, celosa,

 para que no nos faltaran

humeante sopa–exquisita–, 

arroz, frijoles y hogaza.

 

Esos pasos de mi madre, 

plenos de sabiduría

la llevaban a sus libros, 

los que tanto ella quería.

Esos pasos, madre mía,

 incansables, día a día,

enseñaban tu saber, 

tu prudencia y armonía.

 

¡Oh, cuánto los echo en falta!

Esos pasos te llevaban,

antes del gran aguacero, 

en esas frescas mañanas,

a sentarte en tu sillón, 

que alegre, fiel, te esperaba

en ese lugar sagrado:

 la terraza de mi casa.

 

Esos pasos de mi madre

 se hicieron pasos de abuela,

cuyos nietos aprendieron

 a siempre amarla y quererla.

Esos pasos, madre mía, 

ya poco gastaban suelas

pues llegaban al final 

de una bellísima senda.

 

Soy yo sangre de tu sangre, 

pues tú me diste la vida.

Y soy vida de tu vida, 

hasta que acaben mis días.

¿Qué más pudiera decirte, 

hoy, a ti, madre querida?

¡Si tú mucho me quisiste, 

aun te quiero, madre mía!




Agosto 27, 2021